La estrategia nacional para reactivar el transporte ferroviario ha estado marcada por las prisas en la construcción para cumplir plazos políticos.
Con información de Carlos Carabaña, para El País
Un tren de pasajeros descarriló este domingo en el centro de Oaxaca. Con 250 personas a bordo, la segunda locomotora se salió de la vía y arrastró al resto del convoy. Uno de los cuatro vagones de pasajeros cayó por un barranco de seis metros de profundidad y otro quedó semisuspendido. Hay al menos 13 muertos y casi un centenar de heridos, varios aún graves. Recorría el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, cabeza de lanza junto con el Tren Maya de la política de recuperación de los ferrocarriles por parte de los gobiernos de Morena. Con solo dos años de funcionamiento, este es el sexto incidente de gravedad en estas vías de comunicación, aunque el primero con víctimas mortales. Ambos corredores tuvieron críticas por las prisas en su construcción para cumplir plazos políticos.

Claudia Sheinbaum, la presidenta del país y sucesora de Andrés Manuel López Obrador, aseguró este lunes durante su conferencia diaria de prensa que la prioridad, además de atender a las víctimas, es investigar las causas y garantizar la seguridad del tren. Para ello, la Fiscalía General de la República, la Fiscalía estatal y la Agencia Reguladora de Transporte Ferroviario de México revisarán la caja negra del tren y analizarán elementos como la velocidad, los frenos o la forma de conducción del maquinista, que ha salido ileso, para saber qué causó el descarrilamiento. El Tren Interoceánico conecta el océano Atlántico con el Pacífico y nació con la vocación de ser una alternativa al Canal de Panamá para el transporte de mercancías.
Este es el segundo accidente en este corredor en este diciembre. El día 20, más al norte, en el Estado de Chiapas, un camión cisterna trató, sin éxito, de ganar el paso a un tren con 148 pasajeros a bordo. La parte delantera de la locomotora quedó destrozada y el camión volcado. Lo mismo ocurrió en julio de este año, cuando otro vehículo intentó pasar antes que el tren en otro cruce a nivel en Chiapas.
A estos accidentes del Interoceánico hay que sumarles otros tres del Tren Maya, el megaproyecto favorito de López Obrador y que traza un lazo por la península de Yucatán de más de 1.500 kilómetros de vía. El primero fue en marzo de 2024, cuando descarriló un vagón debido a que un sistema automatizado no estaba funcionando en el tramo Mérida-Campeche en el Estado de Yucatán; el segundo ocurrió cuando un vagón de carga volcó al sur de Quintana Roo en enero de 2025, y el tercero fue un choque entre dos unidades el pasado agosto en la estación de Izamal, en el centro de Yucatán. Todos, afortunadamente, sin víctimas mortales.
Tanto el Tren Maya como el Corredor Interoceánico son los primeros megaproyectos de la estrategia nacional de los gobiernos de Morena para reactivar los ferrocarriles de pasajeros y mercancías. En la década de 1990, durante los dos últimos sexenios del Partido Revolucionario Institucional, se privatizó la red ferroviaria y desaparecieron los servicios de pasajeros. Primero con López Obrador y ahora con Sheinbaum, México está impulsando la recuperación de las vías de pasajeros y una modernización de los sistemas de carga.
Así, en julio de 2024, nada más ser elegida, Sheinbaum anunció que su Gobierno construiría 3.000 nuevos kilómetros de vías férreas para trenes de pasajeros durante su sexenio, el doble de lo levantado durante la Administración de López Obrador (2018-2024). Aseguró que se haría “de la misma manera en que se ha construido el Tren Maya, una parte con ingenieros militares y otra parte con empresas”.
Durante la construcción del Tren Maya—y en menor medida también en la del Corredor Interoceánico— hubo críticas por las prisas de la Administración de finalizar el proyecto antes de que López Obrador dejase el poder. El entonces presidente acudía cada dos meses a supervisar las obras y, en cada visita, apremiaba a las empresas constructoras. En la consultoría que PricewaterhouseCoopers hizo para el Tren Maya en 2019, las principales constructoras de México aseguraron necesitar entre 36 y 48 meses para hacer cada uno de los siete tramos, pero en las licitaciones el Gobierno solo les dio 28 meses.
Mientras los primeros tramos fueron construidos por empresas civiles, al ver que estas no iban a poder acabar en los plazos políticos, López Obrador encargó a los militares los tramos 5, 6 y 7. Todo esto llevó a que, además de incumplir casi todas las leyes ambientales, se dieran diversos conflictos sociales, problemas de contaminación y deforestación, además de sobrecostes. Con un presupuesto programado de 150.000 millones de pesos (unos 7.100 millones de euros) finalmente superó los 500.000 millones (24.000 millones).
En el caso del Corredor Interoceánico fue similar, con denuncias por parte de los pobladores locales de que las consultas para aprobar el proyecto fueron realizadas sin respetar el procedimiento legal, con incluso falsificación de firmas y voto de personas fallecidas. Además, decenas de opositores al proyecto aseguran que han sido criminalizados por las autoridades.






