Mani: Adiós a un gigante de Manchester

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Gary “Mani” Mounfield ha muerto a los 63 años, pero su sombra retumba en los rincones del rock británico. Nacido en Crumpsall, Manchester, su vida fue más que líneas de bajo: fue la columna vertebral de una revolución sonora y un hombre de matices impensados.


Por: Jazziel Benítez

Mani dejó la escuela a los dieciséis años, un adolescente con sueños quizá demasiado grandes para su barrio de clase obrera. No solo se convirtió en la pieza clave de The Stone Roses, sino que cambió su destino y el de toda una escena: su llegada a la banda en 1987 marcó un antes y un después, transformando su groove y llenando de gravedad melódica los acordes de un movimiento llamado “Madchester”.

Después de la separación de los Roses en 1996, Mani no desapareció: se unió a Primal Scream, donde aportó su bajo en álbumes fundamentales como Vanishing Point. Pero quizá uno de sus capítulos menos conocidos para el gran público es su participación en la banda Freebass, junto a otros dos bajistas legendarios: Peter Hook (Joy Division / New Order) y Andy Rourke (The Smiths). El objetivo era extraño y audaz: tres bajos, poco más, para tejer paisajes sonoros densos.

Mani tenía otra pasión oculta para algunos: la pesca. En una entrevista confesó que desde niño iba a los canales de Manchester, no solo para atrapar peces, sino para meditar, alejarse del ruido y contemplar la crudeza de su entorno. También era fanático del Manchester United, pero guardaba otra identidad: de sangre era “Mancunian Irish”, lo que explicaba su cercanía personal con Irlanda, tan desapercibida por muchos.

Su vida privada no fue sencilla: compartió 23 años con su esposa Imelda, a quien conoció durante la grabación del segundo álbum de los Roses. En 2023, Imelda murió de cáncer, y Mani quedó viudo con sus gemelos — un golpe duro para un hombre cuya música hablaba tanto de esperanza como de revolución interna.

Antes de su muerte, había anunciado una gira de “conversación” para 2026-2027: no era un tour tradicional, sino una serie de charlas íntimas para repasar su carrera y sus heridas, para hablar como un testigo histórico del Madchester.

Su familia reporta que murió tras colapsar en su casa de Heaton Moor, Stockport; aunque la causa exacta no ha sido revelada.

Mani se fue y dejó un vacío que huele a amplificadores quemados y a sueños torcidos. Su bajo era un arma cargada, una especie de evangelio sucio que podía romperte las costillas si lo escuchabas demasiado cerca. Ahora el tipo descansa, pero sus líneas siguen reptando por el subsuelo como criaturas burroughsianas, disparando groove y veneno. Y mientras tanto, el resto seguimos aquí, caminando con la arrogancia borracha de un Gallagher, fingiendo que no sentimos el temblor cuando un gigante cae.

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