Sin embargo, hay una cláusula en la que se señala que la póliza no cubre pérdidas por guerra o incluso invasión extranjera.
El Tren Maya pagó casi mil millones de pesos para asegurar todos sus bienes frente a accidentes, como descarrilamiento, huelgas, o incluso, sabotajes y terrorismo.
En el contrato revisado por Latinus se detalla que el Tren Maya entregó a la empresa pública Agroasemex el convenio TM-CGRMSG-SVS-0014-2025 en diciembre pasado por un monto de 922 millones 914 mil 796 pesos.
En la página 24 se enlistan los riesgos que ampara la póliza, entre los que destacan: incendios, explosiones, huelgas, terrorismo, alborotos populares, vandalismo y descarrilamiento, como el ocurrido ayer martes en la estación Izamal en Yucatán.
“Este seguro ampara los bienes cubiertos contra la pérdida o daño físico ocurridos durante la vigencia de la póliza causados por un acto de terrorismo y/o sabotaje”, detalla el documento.

En la cláusula se establece que no habrá cobertura por pérdidas ocasionadas directa o indirectamente por guerra, e incluso invasión de enemigo extranjero, así como actos hostiles de entidades soberanas o de gobiernos locales y operaciones bélicas.
Ayer martes en el Tramo 3 del Tren Maya un convoy se descarriló en la estación Izamal, el área corresponde al tramo donde tuvo participación “El Clan”, la red de tráfico de influencias y negocios que ha ganado miles de millones por mediación de Andy y Gonzalo “Bobby” López Beltrán, hijos del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Este es el segundo descarrilamiento de la obra insignia de López Obrador.
El primero sucedió el pasado 25 de marzo de 2024, cuando un convoy se descarriló en la ruta Mérida–Cancún y se detuvo a la altura de Tixkokob, una estación antes de Izamal.
Latinus reveló en una serie de reportajes que en ese tramo participó “El Clan”, que a través de Amílcar Olán entregó miles de metros cúbicos de balasto al Tren Maya sin certificaciones de calidad.
Las investigaciones detallan cómo Amílcar Olán, íntimo amigo de los hijos del expresidente, sobornó al personal militar y de laboratorio para evitar que el balasto —la piedra sobre la que se colocan las vías del tren— fuera analizado como marca la norma de calidad.
Con información de Fanny Martínez